Un menor que da ejemplo
Yo no se como existen algunas personas en nuestro país, que se colocan en posición de prepotencia frente a los demás. Esto ocurre a todos los niveles, en todas profesiones u oficios. Cualquiera que los escucha hablar y actuar se asombraría, pues sencillamente estamos frente a la presencia de un “sabio y genio en el mundo de los vivos”.
Tuvimos la oportunidad de estudiar, tanto aquí como en Europa y en Chile, y si hay un común denominador en el profesorado que impartía las clases en otros países, es la sencillez de profesores e investigadores. Son asequibles y poseen una química humana que les permiten se acerquen los que menos saben y los que tienen la virtud de tener mayor formación. Alguien me decía que esto se debe a los que portaban “la sencillez del que sabe.”
La arrogancia de algunos vedetos de la información matutina nos pasma. Se consideran predestinados, todo su pueblo debe rendírseles a sus pies para ellos ocupar un cargo electivo. Sin embargo, los cargos públicos que han ostentado son logrados por la mágica virtud de ser alabasteros de gobiernos de turno, sin ningún rubor.
En el mundo artístico esto si abunda. Nacidos de hogares humildes y de zonas marginadas, logran posiciones de importancia e inmediatamente sufren una metamorfosis de “comemierderia”. Sí, no es vulgar lo que hemos dicho, es que no hay otra forma de llamarlo.
Al ignorante se le enseña, si es que usted tiene alguna capacidad para enseñar.
Hace unos días tuvimos la oportunidad de ver un ejemplo en el mundo deportivo, Anderson Hernández, jugador de grandes ligas y aquí del Licey, nos daba a todos una clase de humildad sin olvidar su capacidad en el deporte. El menor posee un saco de esta difícil condición, de llegar y seguir siendo igual o mejor que antes. Sin vicios, sin arrogancia, no olvidando jamás sus orígenes ni su familia, ni el barrio que lo vió nacer. Pregona a los cuatro vientos, que se puede llegar con limpieza sin dañar ni herir a nadie.
Que bueno que tenemos a Anderson. Debemos mirarnos todos en su espejo, para poder algún día crecer.
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