EN UNA PRIMAVERA DE 1969
En una primavera de 1969, me trasladé junto con Hugo Neira, peruano, escritor y politólogo que residía en Madrid y con el señor Manolo Urriza, argentino, dirigente de la juventud peronista. Antes de trasladarme, al exclusivo barrio de Puerta de Hierro, a visitar a uno de los hombres que junto a su, fallecida, mujer revolucionó la sociedad y el mundo de los trabajadores en Argentina; comuniqué a los amigos dominicanos que se encontraban estudiando en la ciudad de Madrid que iba a visitarlo por razones profesionales a Juan Domingo Perón. Se realizaba un seminario sobre liderazgo en América Latina y una de las personas a entrevistar era, para mí en ese entonces, el hombre del Justicialismo.
Nos recibió su doctor y nos trasladó a través del estar, que tenía un imponente cuadro de Evita, de unos 10 pies de altura por 10 pies de ancho, en la Parsons de mármol que sostenía un hermoso jarrón de rosas rojas frescas. Nos presentamos y los primeros minutos de nuestra conversación se referían directamente a mi país, República Dominicana y Trujillo, entendí que no era momento para discusión y le pedí que ese tema lo tratáramos en otra oportunidad, que no se dio. Nos pareció un hombre educado de mucha preparación y sobre todo muy al día con la realidad de su País y del mundo. Nos paseó y nos recreó su vida en el mundo militar previa a la Segunda Guerra Mundial, diplomático, y su retorno con esta vasta experiencia que da el relacionarse y conocer una convulsionada Alemania e Italia. Nos dijo que fue amigo personal de Benito Mussolini. A pregunta nuestra, de que si temía por su vida, nos refirió que él siempre nos había recibido en esa oficina con la gaveta entreabierta en donde conservaba un regalo de Mussolini, mostrándonos una pistola Luger de su uso personal.
En la primera oportunidad, solamente hablamos hora y media, tenía compromisos, en otras dos ocasiones distintas, ya tomándonos confianza, se adentró en el trabajo que realizaba desde el exilio, para aglutinar las juventudes seguidores de su movimiento Justicialista y nos obsequió cintas que se multiplicaban de forma clandestina en la Argentina de las dictaduras militares. Realmente, un hombre de fácil comunicación, con palabras sencillas, y cuestionador, en ese momento, del imperio norteamericano, partidario de una tercera vía, con elogios hacia la Cuba de Fidel Castro.
Se recuerda, que en los parques durante su Gobierno, había letreros que decían que en la Argentina de Perón, los únicos privilegiados son los niños. Siempre distinguió a la juventud y fue un abanderado de la educación, sobre todas las cosas. Hasta tal punto que los trabajadores enarbolaban letreros que decían alpargatas si, libros no.
Perón, indudablemente, en él se plantea el antes y después de su vuelta al poder, quien a pesar de su muerte aún existe sus ideas en la Argentina de 2010. En la última entrevista, al acompañarnos al portón de salida, me dijo: que si veía a Don Juan Bosch lo saludara de su parte, añadiendo que eran grandes amigos.
En varias oportunidades me lo encontré en la Gran Vía caminando con su mujer Isabel y su médico, me parece de apellido Herrera, invitándonos en una oportunidad un té en el famoso Café Manila.
La comunicación es un vehículo eficaz para dar y poder recibir información. Si no existe, nos es muy difícil llegar a desarrollarnos. Claro sin educación se hace imposible una comunicación seria.
