Detrás del Telón
Por: Iván
CHISPAS DE HISTORIA
Después del capítulo de los náufragos franceses a los que me referí antes de las dos últimas entregas con actualidades, viene, y esto es quizás lo más documentado del pasado, el episodio de La Trinitaria y la Filantrópica y la Sociedad Dramática. Para los que no están al día con nuestro pasado, esto se refiere a las actividades que llevaron a cabo Juan Pablo Duarte y sus muchachos, como medio de concientización contra la invasión Haitiana. Los tres nombres se refieren a un mismo grupo con ligeras variantes en la exteriorización de sus actividades. Si bien está claro que la primera era el grupo secreto, no son convincentes las explicaciones que ofrecen los historiadores para la separación entre la segunda y la tercera.
Costa que fuero presentadas tres obras europeas: “Bruto o “Roma Libre” de Vittorio Alfieri, “Un Día del Año 23 en Cádiz” de Eugenio de Ochoa y “La Viuda de Padilla” de Francisco Martínez de la Rosa.
También se mencionan “Los Conjurados” de Víctor Hugo, “La Fuente de la Judía” (que podría referirse a la obra de Cristóbal Monroy), “Los Templarios” (Quizás la obra escrita por François-Just-Marie Raynouard), “El Califa de Bagdad” (que podría referirse tanto a la opera bufa de Manuel García como a la de François-Adrien Boïeldieu o a cualquier otra ). y un sainete “Garza” (que no se sabe de quién puede ser), según se dice, estas últimas representadas en el patio de Doña Jacinta Cabral, en la calle de Las Mercedes.
Pero todo resulta tan difuso con estos cinco montajes que no me atrevo yo a comprometerme asegurándolo. En los apuntes de Rosa Duarte se menciona a “El Segundo Bruto”, pero puede ser que se refiera a la obra de Alfieri. Ella misma relata que durante una representación de ésta, alguien del público grito: “¡Haití como Roma!”. .
Se dice que en la obra de Ochoa la representación fue suspendida por las autoridades haitianas al escucharse la frase “¡Me quiere llevar el diablo cuando me piden pan, y me lo piden en francés”, hasta que pudieron comprobar, mediante el libreto, que así estaba en el original. Otra anécdota, recogida por César Nicolás Penson, señala que en una obra, en la cual aparecía una fuente, el agua escapada de ésta lavó el sudor de Juan Pablo Duarte quien fungía como apuntador y que éste comentó jocosamente el hecho cuando salió de la concha al final.
Fueron actores: Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandrino Pina, Remigio del Castillo, Jacinto de la Concha, José María Serra, Pedro Antonio Bobea, Félix María del Monte, Luis Betances, Tomás Troncoso, José Ferrer, Juana Pereyra y Cecilia Baranis.
Según relatan José Gabriel García y Félix María Delmonte, también hubo algunas obras locales, entre ellas de Pedro Alejandrino Pina, Pedro Antonio Bobea y Juan Isidro Pérez. Dicen que Juan Isidro era buen actor, mas es eso todo lo que se acota.
Pero tantas obras en tiempo tan corto parece demasiado para que resulte creíble; y detalles como el de la fuente que en caso de que la hubiera debió ser pintada, o como la mención de una concha cuando se sabe que las representaciones era llevadas a cabo en salas y patios, hacen tambalear casi todo el conjunto.
Esto, que parece ser fruto de imaginaciones desbordadas, esa desenvoltura con que nosotros los dominicanos afirmamos y denegamos sobre cualquier cosa, ese desenfado en llenar espacios vacíos o vaciar, mayormente por envidia, transcursos que podrían tener una secuencia lógica, esa maña para dejarnos llevar por las pasiones, tanto las positivas como las negativas... es otro de los factores que inciden e incidirán en nuestros presente y futuro.
Lo más importante sería lo referente a los tres dramaturgos locales; pero es simple referencia lo que se obtiene y no se posee ni siquiera una idea del material o al menos de los títulos de aquellos fantasmas teatrales.
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