La Puerta De Cholo

ESTÁN OBLIGADOS

Por: Cholo Brenes

La tragedia por la cual atraviesa la hermana republica de Haití, plantea la gran realidad del país de la primera revuelta negra en el mundo. Haití, país que logra la primera independencia de este continente, es una población mayoritariamente negra, con una cultura y creencias distintas, de ahí su sincretismo religioso traído de las tierras africanas de Dahomey. La realidad de esa media isla viene dada desde hace más de un siglo. El 70% de esa población está por debajo de la pobreza, a nivel de miseria. El 40% de sus dineros lo reciben a través de envíos de nacionales radicados en el exterior. El haitiano subsiste con un dólar diario.

Realmente no podemos cuantificar, todavía, la cantidad de muertos que allí se han producido, como tampoco podemos decir la población real de su capital Puerto Príncipe. La falta de información a todos los niveles en esa sociedad es sencillamente inenarrable. El gran desorden en sus oficinas gubernamentales, nos habla tristemente de ello. Ocho horas han estado parados en la frontera furgones enviados por salud pública junto a médicos, porque su burocracia les impedía su paso, en un momento tan difícil por el cual atraviesan sus nacionales.

Los grandes golpeados por este terremoto han sido su clase alta. Y esto es así, por que el pueblo no tiene casa, ni techo de cemento. Las famosas casas de cartón y adobe han sido durante años las paredes de las familias haitianas.

Su poco acceso a la salud, a la comida, a la educación, es un mal de muchísimos años. Que más han podido perder, si nunca han tenido nada. Unos pocos con mucho dinero y una inmensa mayoría sin absolutamente nada.

Ojala que esta desgracia sea el inicio de un nuevo Haití, ojala que los países que han hablado en contra del nuestro, se den cuenta de que nosotros no podemos cargar con ellos. No podemos hacer la labor que esos países están en el ineludible deber de realizar.

Hemos sido siempre, ahora más que nunca, solidarios con ese gran pueblo, pero no somos su solución. Ustedes países inmensamente ricos del mundo están obligados frente a la vergüenza de un pueblo hambriento, a acudir en su ayuda. Las lágrimas vertidas por profesionales periodistas extranjeros, al ver esta cruda realidad así lo demandan, no sigan culpando a dominicana. Cúlpense ustedes mismos de este abandono en que la tienen. Nosotros cumplimos mucho, mas allá de lo que podemos.